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Influenza en Chile: lo que deberías saber

La epidemia de influenza en curso en nuestro país corresponde a un fenómeno habitual, en el cual cada año un número variable de personas se infectan y enferman por el virus influenza, especialmente en la época fría en países de clima templado como Chile, probablemente favorecido por la mayor cercanía entre los individuos debido al frío y por las condiciones ambientales de humedad y baja temperatura. Hasta la fecha, durante el 2019 se han detectado 2.371 casos de influenza A y 152 de influenza B, mediante el sistema de Vigilancia de laboratorio de virus influenza y otros virus respiratorios realizada a nivel nacional por el Instituto de Salud Pública (http://www.ispch.cl/virusrespiratorios). Estas cifras son superiores a las reportadas en este mismo período en los últimos años durante la vigilancia de casos de flu A y B: 2018: 435 y 108 casos; 2017: 1293 y 67; 2016: 237 y 133 y 2015: 51 y 38, respectivamente. Sin embargo, la cifra actual de 2.523 enfermos con influenza corresponde al 68% de los 3.692 casos totales detectados en el 2018, al 70% de los 3.609 del 2017 y al 68% de los 3.715 el 2016, aunque supera a los 2.241 del 2015, por lo que aún se enmarca dentro de los casos esperados para una epidemia de influenza en Chile. La acumulación de los casos en pocas semanas, a diferencia de años anteriores, podría explicar el alto impacto noticioso de este año.

Existen 4 tipos de virus influenza: A, B, C y D, teniendo mayor importancia en infecciones humanas los dos primeros. Los virus poseen un ácido ribonucleico (ARN o RNA, en inglés) fragmentado, recubierto por una cápside proteica de simetría helicoidal y un manto conformado por una doble capa de lípidos. En este manto se insertan proteínas de superficie cruciales para el virus como la hemaglutinina (HA), el ligando viral que se une al receptor celular y permite el ingreso del virus a la célula, y la neuraminidasa (NA), que corta la unión de la HA al receptor celular, permitiendo la salida de las nuevas partículas virales para ir a infectar a otras células. Estas proteínas varían y definen a cada cepa y es así como las que circulan en la actual epidemia nacional son los virus influenza A H1N1, AH3N2 y B. La alta variabilidad en las cepas virales se debe a modificaciones en el genoma generados durante la replicación viral por los errores no corregidos que la enzima RNA polimerasa RNA dependiente comete al sintetizar las nuevas hebras y porque los fragmentos pueden sufrir reordenamientos entre cepas distintas que infectan al mismo tiempo una misma célula, como lo que ocurre en el cerdo.

La enfermedad típica  causada por la infección con el virus influenza es la gripe o influenza, caracterizada por fiebre alta (hasta 39-40°C), calofríos, malestar general, dolores musculares (mialgias), dolor de cabeza (cefalea), tos, dolor de garganta (odinofagia). Algunas personas también presentan síntomas digestivos como naúseas, vómitos y diarrea. La enfermedad dura entre 4- 7 días. Aunque todas las personas se pueden enfermar con influenza, algunas desarrollan una enfermedad grave que puede determinar la muerte del paciente, lo que ha ocurrido en 20  casos durante esta epidemia. Entre los factores de riesgo que favorecen la gravedad de la gripe se incluye el embarazo, la edad (menores de 5 años y mayores de 65 años), enfermedades crónicas pulmonares, cardíacas, renales, neuromusculares o hepáticas, diabetes, hipertensión arterial y condiciones inmunosupresoras.

El enfermo excreta el virus en las secreciones respiratorias desde 1-2 días antes de presentar los síntomas hasta un día después de terminar la fiebre, período durante el cual contagia a otras personas, siendo recomendable permanecer en la casa para evitar diseminar la infección. Quienes se infectan y no presentan síntomas, también excretan el virus por lo que, sin saberlo, son fuente de infección para otros. Por esto para evitar el contagio se recomienda evitar toser o estornudar sobre las manos, lavar estas con frecuencia, usar jabón o desinfectantes, pañuelos y toallas de papel desechables y desinfectar superficies. Sin embargo, la estrategia de prevención más efectiva es la vacunación.

La vacuna contiene virus inactivado o fragmentos de él, por lo que es imposible que este contenido cause la enfermedad. Cada año se genera una vacuna diferente que contiene las cepas de virus influenza que se detectan con mayor frecuencia en el proceso de vigilancia que se realiza en todo el mundo. En Chile, se dispone de una vacuna con tres (trivalente) o cuatro cepas diferentes  (tretravalente). La vacuna en uso contiene las cepas: A/Michigan/45/2015 (H1N1) pdm09 cepa que deriva de (A/Singapore/GP1908/2015, IVR-180); A/Switzerland/8060/2017 (H3N2) cepa que deriva de (A/Brisbane/1/2018,NYMC X-311) y  B/Colorado/06/2017, cepa que deriva de (B/Maryland/15/2016, NYMC BX-69 A). Esta vacuna es aplicada en forma gratuita por el estado a los grupos de riesgo mencionados y a quienes por razones laborales están más expuestos y pueden ser elementos importantes en la diseminación del virus como el personal de salud y los trabajadores de avícolas y de  criaderos de cerdos. La vacuna es eficaz en prevenir el desarrollo de una enfermedad grave, por lo que es necesario reforzar la cobertura de la vacunación para disminuir los casos fatales como los de la actual epidemia, en la cual la mayoría de los fallecidos no habían sido vacunados.                            

Santiago, 23 de junio de 2019.
Dra. Vivian Luchsinger F.
Profesor Asociado
Programa de Virología
ICBM
Facultad de Medicina
Universidad de Chile

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