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La Sociedad de Microbiología de Chile (SOMICH) es una asociación activa y multidisciplinaria de microbiólogos que trabajan en diversos campos como la microbiología general, clínica, ambiental, industrial, alimentaria, agrícola y veterinaria. SOMICH tiene más de 260 miembros activos y en sus congresos anuales ha congregado a más de 400 participantes en los últimos años.

Esta sociedad fue fundada como Asociación Chilena de Microbiología (ACHM) en el año 1964. Nuestra Sociedad integra la Asociación Latinoamericana de Microbiología (ALAM) y la International Union of Microbiology Societies (IUMS). (Leer más)

Premio mejor Tesis Doctoral en Microbiología 

Homenaje SOMICH a la trayectoria en Microbiología

Dr. David Holmes

Dra, Margarita Caru

Estimados colegas microbiólogos y estudiantes interesados o entusiasmados por la Microbiología, quiero comenzar estas palabras con un agradecimiento a la directiva de la Sociedad de Microbiología de Chile por pensar en mi nombre para este reconocimiento a la trayectoria en Microbiología. También quiero extender mis agradecimientos a mis colegas que de una u otra forma me han ayudado en transitar estos años por el mundo de los microorganismos, y en especial a los estudiantes a quienes debo parte importante de mi energía para sacar adelante mi trabajo. También quiero agradecer muy especialmente a mi colega Julieta por su presentación (que hurgó en mi pasado profundo) y porque me ha brindado su constante amistad y apoyo junto a una conversación crítica y exigente para sacar adelante nuevas ideas y proyectos.

Después de 41 años en la actividad universitaria y haciendo una breve retrospectiva del camino recorrido, no puedo más que agradecer el haber tenido la oportunidad de ser parte de la aventura académica. Siento que he sido muy afortunada en esta actividad, no libre de escollos y a veces de sinsabores, pero sin duda con más momentos gratificantes como este que comparto con ustedes. En investigación he transitado por varios temas: genética de hongos filamentosos, la diversidad genética de Frankia, microbiología de suelos, y otras áreas que jamás pensé cultivaría, como la Ecología Microbiana. Pero en ciencias las preguntas que uno se plantea, los resultados que obtiene, la búsqueda de explicaciones, nos van delineando el camino; y en mi caso, me condujo al estudio de las comunidades microbianas y su interacción con el medio. ¿Cómo llegué a interesarme en la Ecología Microbiana? Para ser sincera tendría que decir que fue a través de la docencia que me obligó a tener una mirada distinta de los microorganismos, ya no sólo como entidades aisladas y en cultivo sino como parte de comunidades. Es por esto que valoro la docencia, que es la otra actividad a la que he dedicado mi tiempo; por el efecto multiplicador que podemos alcanzar cuando transmitimos conocimientos, experiencia, e ideas a nuestros estudiantes, y por la retroalimentación que se obtiene cuando logramos discutir y sintonizar con ellos. Mi experiencia docente, trabajando con estudiantes de pregrado y postgrado, me ha resultado enormemente enriquecedora y espero haber contribuido en parte a su formación académica. Es por eso que considero que es mi deber compartir con ellos este reconocimiento, ya que son el motor que mueve el trabajo de investigación, en especial en estos tiempos cuando la información y el conocimiento fluye sin restricciones por internet y nuestro rol como docente es encauzar esa energía y estimular la creatividad de los estudiantes. Y me siento muy satisfecha y orgullosa, porque varios de ellos son ahora mis colegas y reconocidos microbiólogos.

Al mirar hacia atrás siento que pertenezco a la generación que tuvo que aprender a subirse rápidamente a los cambios del término del siglo XX y la vorágine del siglo XXI. En ciencias tenemos que estar al día, así que tuvimos que apretar el acelerador; pasamos de la máquina de escribir manual al computador portátil, de las cartas escritas a mano con sello postal, al fax, luego correo electrónico y ahora al mensaje en WhatsApp, poniendo a prueba nuestra motricidad fina con los pulgares. Soy de la generación que actualizaba la información buscando los artículos recientes en el current content, para luego pedirlos al autor (con la esperanza de que respondiera y enviara el reprint). Ahora lo busco en internet, y si no lo encuentro es seguro que uno de mis estudiantes se dará maña para encontrarlo. En fin, yo nací a la vida académica con el papel semilog para graficar la curva de crecimiento bacteriana (no tenía Excel), conocí el ditto y el stencil, pasé del papelógrafo (con el que rendí mi examen de calificación), luego a la diapositiva y ahora uso ppt y video, y a veces hasta me he aventurado con cliqueras para una clase interactiva. Cuando comencé mi carrera como investigadora, podíamos leer con calma un artículo y casi sin interrupciones, hoy es casi imposible, y es algo que hecho mucho de menos (reflexionar para ordenar las piezas del puzzle). Tampoco existían los ranking, ni las acreditaciones, ni el factor de impacto de la revista, ni el Google académico, ni nos median por el índice H. En resumen, el mundo es muy distinto y es más exigente, y se requiere la colaboración y el trabajo en grupo para atender el sinnúmero de tareas en que estamos involucrados. Pero también siento que es necesario disponer del tiempo para la reflexión, no sólo por no sentirse arrastrado por el trabajo siempre pendiente, sino por la necesidad de entender cuál es nuestro rol en esta sociedad que hemos construido y que hoy manifiesta un sentimiento de descontento generalizado, al cual no puedo estar ajena.

Yo soy microbióloga, así que sólo le puedo dar una mirada a nuestro entorno más inmediato: el mundo académico-científico.

Probablemente una parte de este descontento tiene que ver con el financiamiento de las ciencias, que sin duda considero un tema muy pertinente para el desarrollo del País. Pero quiero apuntar a otro aspecto, al de las acciones individuales que parecieran tener poco alcance, porque nuestro campo de acción está limitado a nuestro quehacer en ciencias y a la academia; pero no por eso no impactan, y en ese sentido me pregunto…. ¿cuántas veces nuestras acciones aportan a la desigualdad?… como científicos y como docentes nos vemos sistemáticamente involucrados en procesos de evaluación (evaluamos proyectos, manuscritos, informes, evaluamos postulaciones a becas, evaluamos curriculum de nuestros pares para su jerarquización, evaluamos estudiantes, somos pares evaluadores en procesos de acreditación, y podría continuar), y sin duda en todos estos procesos valoramos los méritos de los postulantes; y yo creo en la meritocracia, pero no podemos olvidar las circunstancias de aquellos que postulan y de su entorno, ¿le damos el justo valor a todas las actividades o valoramos más algunas respecto de otras?, ¿es lo mismo iniciar una línea de investigación o ser parte de un grupo de investigación muy productivo?, ¿evaluamos igual la investigación que la docencia?, ¿sentimos que perdemos el tiempo cuando participamos en una acreditación, porque ese tiempo no se evalúa en su mérito?, ¿hay equidad en nuestras instituciones universitarias?. ¿Evaluamos adecuadamente a nuestros estudiantes?, ¿nos interesan su progreso y su aprendizaje o que sólo piensen como nosotros?, ¿nos preocupamos de formar profesionales comprometidos con las necesidades de la gente o estamos más preocupados de la tasa de graduación?; y más cercanamente, ¿estamos haciendo todo el esfuerzo por formar científicos y no especialistas preocupados sólo de su tema de estudio?.

En fin, hay muchas razones para estar descontento y éstas son válidas y genuinas, pero hay pequeñas acciones que están en nuestras manos.

En estos días, cuando se han suspendido las clases, cuando caminamos a media marcha, me he preguntado… ¿cuántas veces con mi actuar no agregué unos cuantos granos de arena para desequilibrar la balanza y aumentar las brechas de la desigualdad?, ¿cuántas veces no defendí con más fuerza lo que creí que era justo?, o simplemente dejé pasar la oportunidad de hacer algo…

Estimados amigos, sin duda nos ha tocado vivir tiempos muy cambiantes y desafiantes, por mi parte espero haber tenido más aciertos que errores. También siento que después de tantos años he podido sortear más o menos razonablemente todos aquellos cambios y desafíos, pero el mérito no es sólo mío… por eso le doy gracias a mis colegas por su generosidad cuando no tenía proyecto, por el consejo oportuno cuando estaba equivocada o por la crítica constructiva, también le doy gracias a mis estudiantes por su energía y por la tozudez para defender una idea o proyecto que me obligó a mirar más allá y explorar ese camino, y gracias a mi familia por su paciencia y comprensión cuando no pude brindarles el tiempo que se merecen y siempre esperarme y estar ahí.

Muchas Gracias.

Margarita Carú
Profesora Titular
Facultad de Ciencias
Universidad de Chile

Dr. Romilio Espejo

Dra.Inés Contreras

Dr. Luis Zaror Cornejo

Dr. Heriberto Fernández

Dr. Rosalba Lagos

Dr. Carlos Jerez

Dr. Luigi Ciampi